- Bonita carrera: Una de esas que dejan buen sabor de boca sin estridencias, de las que cualquier aficionado habrá disfrutado. En palabras de Pedro de la Rosa, una carrera "cocinada a fuego lento", donde una tímida señal en torno a la vuelta 10 de que unos neumáticos puedan estar desgastándose más de la cuenta pone en marcha una nueva estrategia ejecutada en silencio pero con determinación para tratar de sacar el máximo provecho. Un par de vueltas de más en cada tramo y un equipo Ferrari que clavó el timing de sus paradas hasta llevar a Fernando Alonso a un segundo puesto que, si bien era impensable al comienzo de la carrera, le dejó muy cerca de la victoria.
- Suzuka, el viejo rockero: Suzuka ha servido una vez más esta temporada para demostrar lo que significan los circuitos con solera. Como ha pasado en este 2011 en Nurburgring, Monza o Spa, el viejo trazado nipón se ha vuelto a mostrar una vez más variado, espectacular y con mucha más alma que las majestuosas y angulosas obras de Tilke. Año tras año se pone en evidencia que son este tipo de circuitos como viejos rockeros que bailan sin complejos como Mick Jagger en una actuación de los Backstreet Boys. Un auténtico espectáculo, lleno de batalla honesta sobre cuatro ruedas.
- Vettel, dignísimo bicampeon: Que no os engañen. El mejor coche, como ha sido el RB7, y el mejor equipo, como ha sido Red Bull, no llegarían a ninguna parte sin un piloto como Sebastian Vettel, que este año se ha mostrado impecable. Algunos tratarán de cuestionarlo, se preguntarán qué habría hecho con otro coche (o qué habría hecho otro piloto con su coche) pero lo que hay es este piloto y este coche. Un buen coche no basta para conseguir 12 poles y 9 victorias; para eso lo que hace falta es un piloto campeón. Vettel ya no es un campeón, sino un bicampeón y eso tiene que significar algo.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Tres puntadas del Gran Premio de Japón 2011
martes, 4 de octubre de 2011
Fórmula 1 bigotuda
Así que vaya para futboleros esta explicación. Messi es un grandísimo jugador. Sus diabluras son desequilibrantes como pocas se han visto sobre un terreno de juego. Tanto, que hasta un madridista como yo reconoce disfrutar con ellas. Sin embargo, siempre he creído (y he llegado a echar de menos) en ese otro fútbol de un equipo que suplía sus carencias técnicas con arrojo y descaro; que se plantaba ante un grande sabiendo que no eran tan buenos pero que tenían el secreto para hacerles un estropicio. Ese fútbol encarnado en un defensa central, con melena y cardado setenteros, las medias por los tobillos y bigote; generalmente alemán. Ese central que la primera vez que un Messi quiere hacerles un roto se olvidan del balón y le recuerdan por donde no se pasa. El alemán se llevará una amarilla, pero el argentino tendrá que luchar de ahí en adelante no solo con su pierna resentida sino con su cabeza atormentada por un bigotudo con malas pulgas. La Fórmula 1 que me gusta lleva bigote también.
Reconozco que tengo la batalla perdida, porque ese pilotaje bigotudo está reñido en la mayoría de las ocasiones con una seguridad muy necesaria en un deporte de riesgo como éste. Pero me levanto una y otra vez de la silla con ese piloto que atacado contraataca; con el que milímetro a milímetro le recuerda a su rival lo cerca que está el muro de hormigón y con el rival que le responde que él no lo ve tan lejos; con el que a falta de asfalto está dispuesto a buscar un poco de grip en la hierba. Ésa es la Formula 1 que me gusta y a pesar de DRSs, de locutores que sólo saben pedir sanciones y hablar de lo que se dice a los micros y no al volante; a pesar de quienes quieren que un piloto con un coche menor deje pasar al grande que se juega el mundial; a pesar de todo ello yo todavía le veo el bigote a la Fórmula 1 y utilizaré estas líneas semana a semana para encontrarlo.
domingo, 2 de octubre de 2011
Stop&Go
Hoy cierra Pintura Blanca. Era inevitable. Miro hacia atrás y me da rabia ver este blog sin actualizar desde abril. Y peor es seguir retrocediendo en el tiempo y recordar cómo repetía varias veces, "esta ya es la buena", "de esta vuelvo", "está siendo un curso complicado"... Me da rabia por el cariño que le tengo también. Han sido un par de años muy bonitos, en los que he descubierto el gusto por bloguear (se escriba como se escriba eso), por buscar algo en el día a día que me generase algún pensamiento, algo sobre lo que reflexionar y algo que asimilar por el método de generar una respuesta propia. Pintura Blanca se fue convirtiendo así en una ecléctica mezcla donde las inquietudes políticas, la tecnología, la comunicación, el diseño y hasta un poquito de márketing se repartían juego a medida que me iba interesando por diferentes aspectos. Algo muy sano para mi cabeza, pero posiblemente difícil de seguir para los osados que me habéis leido. Y además, sin acabar de encontrar un hueco para mi trabajo (unas prácticas en infografía de Marca han pasado sin dejar ni huella en este blog). Por eso Pintura Blanca se tiene que acabar, porque esa falta de tiempo no deja de ser una señal de que o ya no tengo nada que decir, o lo que quiero decir ya no encuentra su hueco en Pintura Blanca; y sospecho que se trata más de lo segundo. Se hacía necesario un poco de orden, un poco de pararme a reflexionar.
En primer lugar, tenía que sacar de aquí todas mis inquietudes relacionadas con el diseño. La razón es sencilla: por la importancia que tiene (y que quiero que tenga) en mi vida, en la medida en que pretendo que se convierta en un futuro profesional que veo cada vez más cercano. Se merece un lugar propio, en el que nunca falte tiempo ni espacio para un proyecto acabado, un "paso a paso" o simplemente una reflexión loca en torno al diseño.
Si resulta que en Pintura Blanca ya no encuentro el espacio que le quiero dar a todo esto del diseño pasa lo que viene pasando desde abril, que nada más de lo que venía hablando en este blog me interesa ya tanto como para sentarme a reflexionar y escribir. Es sorprendente ver como cosas que me inquietaban hasta hace sólo unos meses ahora me parecen bastante intrascendentes, será que me hago mayor (o como dirían algunos, evoluciono :). Todo esto me ha llevado a la conclusión que abre este post: hay que cerrar Pintura Blanca. Sin embargo, hay más tras la pausa.
Porque como os decía, en el fondo le tengo cariño a Pintura Blanca, así como al propio hecho de bloguear. Por lo tanto, si ya no había nada que me enganchase a escribir como antes, me queda la posibilidad de buscar algo que me tenga enganchado y empezar a bloguear sobre ello por puro placer (o vicio diría yo). A quien me conozca no le resultará nada nuevo que me pierden las cuatro ruedas casi tanto como esa sensación que te recorre de los brazos a los riñones cuando conduces por una carretera de montaña. Ahí va el segundo pelotazo de hoy: tras la pausa, Pintura Blanca vuelve a abrir dedicada a una pasión que se resume en dos: Formula 1 y automoción. Y lo voy a dejar ahí por hoy, prometo tener más noticias el martes acerca de lo que va a ser el nuevo Pintura Blanca.
jueves, 21 de abril de 2011
¿Ofreces o demandas?
Mira que puede ser puñetero el lenguaje. Tanto como para cambiar el modo en el que percibimos y nos movemos por la realidad.
Si hay una ley que he disfrutado conociendo más que ninguna otra ésa es la ley de la oferta y la demanda. Me encanta cómo con un par de principios básicos es capaz de describir y predecir comportamientos que son exclusivamente humanos con la precisión que describen las leyes de la física los movimientos de los objetos. La ley de la oferta y la demanda ya la he repasado en este mismo blog, pero siempre se pueden repasar los dos grandes movimientos de dinero, mercancías y servicios en los que se asienta (y que le dan nombre). La oferta es aquello que realizan las empresas grandes y pequeñas, toda clase de negocios que nos ofrecen bienes y servicios que producen cada día. Bienes y servicios, que para que tengan salida en el mercado se deben corresponder con algo que nosotros, el público hemos demandado: queremos escuchar música por la calle, unas vacaciones inolvidables o algo que hacer este viernes por la noche.
Las marcas, empresas, fabricantes, ofrecen conscientes de que se encuentran en un entorno competitivo. Tienen otras marcas ofreciendo lo mismo a su alrededor y tienen que asegurarse de que entre toda la competencia las elegimos a ellas. Por eso hacen todo lo posible por destacar: se ponen guapas, nos dicen todo lo que saben hacer y lo bien que lo hacen y también escuchan lo que quieren aquéllos que las van a escoger. Por su parte, nosotros demandamos, somos firmes y exigentes, no nos dejamos engañar por cualquier argucia del marketing y, si el compromiso es significativo, miramos, remiramos, buscamos en algún foro y volvemos a mirar.
¿Y el mercado de trabajo? Cualquier economista os contará que funciona como cualquier otro mercado, con oferta y demanda pero, ¿tenemos claro quién es quién? Suerte que el lenguaje es claro y nos da la respuesta. Una empresa siempre ofrece trabajo, por medio de ofertas de trabajo, incluso cuando tenemos suerte diremos "me han ofrecido un puesto en..." En cambio nosotros demandamos más trabajo y mejores condiciones laborales. Facil ¿o no? Quizás el lenguaje, puñetero como es, nos está jugando una mala pasada.
Pensadlo así, si las empresas ofrecen trabajo y nosotros lo demandamos bastaría con pagar a la empresa lo que pide por esa oferta de trabajo y podríamos acceder a ella. Sin embargo no es la empresa quien pide dinero, sino quien lo ofrece. Menudo lío, entonces ¿quién ofrece y quién demanda qué? Pensemoslo al revés: Las empresas no ofrecen trabajo, demandan un trabajador. Y no uno cualquiera, como nosotros con los productos, son exigentes y quieren que sepa programar, conocimientos del mercado asiático y un inglés fluido hablado y escrito. Para saciar esa necesidad tienen una amplia oferta de trabajadores que quieren ese puesto. Trabajadores que ofrecen su capacidad de trabajar, de desempeñar esa tarea que se les demanda, en definitiva: que ofrecen un servicio. O sea, que la ley de la oferta y la demanda para el mercado de trabajo funciona al revés de lo que nuestro lenguaje parece indicar. Curioso, ¿no?
¿Y cómo nos afecta este engaño del lenguaje? Tengo la impresión de que mucho. Pues veo muchos compañeros que demandan trabajo, exigen mejores condiciones, un mejor horario, un lugar de trabajo, etc. ¿Por qué no darle la vuelta a esta aproximación? Supondría ser conscientes, como esas empresas que luchan por vendernos la leche, de que estamos en un entorno competitivo, en el que hay más gente ofreciendo lo mismo que nosotros (la capacidad de trabajar) y que si queremos que nos elijan a nosotros debemos asegurarnos de presentarnos como la mejor opción que esa empresa puede elegir, en vez de demandar la mejor opción posible para nosotros. ¿Cambiaría nuestra capacidad para encontrar trabajo con este otro enfoque? No lo sé. Pero sí que sé otra cosa: cuando te das cuenta de que en el mercado de trabajo eres tú el oferente y no el demandante, eres consciente de que no te queda más remedio que presentarte como la mejor opción, y resolver ese acertijo es igual de difícil (o fácil) a sueldo de una empresa que por tu cuenta, con la diferencia de que ahora que conocemos el truco tenemos más posibilidades para pensar cómo podemos llegar a ser esa "mejor opción".
jueves, 14 de abril de 2011
Vestida por 11, defendida por todos. Campaña y web de Doubleyou para Umbro.
Justo un día después de hablar con JuanRa acerca de las posibilidades y limitaciones que tiene el diseño en la web, me encuentro con esta espectacular campaña que DoubleYou ha hecho para Umbro y el Athletic de Bilbao: Vestida por 11, defendida por todos. Me encanta el concepto de la campaña pero especialmente la web. Hecha en HTML5 y con un diseño muy bien pensado y efectivo, en el que se hace publicidad pero en la que el usuario no se siente perdido. Un ejemplo de lo que tiene que empezar a proliferar: buenos diseñadores hablando con los programadores para hacer soluciones técnica y estéticamente impecables (Haz clic en la imagen para ver la web).
Enlaces:
miércoles, 13 de abril de 2011
Así inventó Steve Sasson la cámara digital [Video]
El recomendadísimo blog Co Design cuelga este "documental" de tres minutos en el que Steve Sasson cuenta los detalles de su gran invento: la cámara digital. En él da tiempo a ver el aparato en funcionamiento y a descubrir un par de anécdotas. La imagen se almacenaba en una tarjeta de memoria que luego se pasaba a la mejor forma de almacenamiento que se podía concebir allá por 1975 (cuando se hizo la primera foto): un cassette digital. Sasson cuenta que eligió una cinta que pudiese almacenar 30 imágenes porque lo consideraba una cantidad razonable a medio camino entre los habituales carretes de 24 y 36. Dice que al ser preguntado, le dio un par de décadas hasta que la tecnología se popularizase y que consideraba que la gente sería feliz con dos millones de pixels: "Sonaba a mucho por aquella época." Aunque en la segunda predicción se quedó corto (cualquier teléfono tiene más que eso), afinó bastante bien con la primera.
Inventor Portrait: Steven Sasson from David Friedman on Vimeo.
Enlaces:
- How Steve Sasson Invented the Digital Camera [Video], en Co Design.
lunes, 11 de abril de 2011
Tres cositas que me traigo de #photo21
Estuve este fin de semana en Murcia, donde me invitaron a participar de parte de Obture.com en una mesa redonda de portales fotográficos dentro de las Jornadas sobre fotografía, redes sociales e Internet: Photo 2.1. Victor Soriano me decía que se estaban grabando las intervenciones así que si consigo hacerme con la mía os la pondré junto con la presentación por aquí. Resumiré mi fugaz estancia en Murcia en tres cosas que me traigo y que ya nadie me podrá quitar:
Personas: Lo mejor, una vez más son las desvirtualizaciones. Con dos magníficos anfitriones como Mónica y Victor; con colegas de jornada que son un auténtico descubrimiento como Carlos Cazurro, Victoriano Izquierdo y Jesús León; y por supuesto con nuestros asistentes personales, especialmente el mío, Javi ;), ideales para descubrir los mejores rincones de tapas y copas de Murcia. En resumen, muy buena gente y mejor organización.
El aprendizaje según Carlos Cazurro: Ya lo dije allí, pero lo dejo escrito aquí, me gustó mucho la forma en la que Cazurro explica cómo aprendió en el mundo de la fotografía. 1.- Aprender a manejar la cámara. 2.- Hacer fotos que le gusten a los demás. 3.- Hacer fotos que me gusten a mí. 4.- Hacer fotos que cuenten historias. No tengo ni una coma que añadir.
Spottorno, contenido y lenguaje: No conocía a Carlos Spottorno y me gustó especialmente su participación en la mesa redonda de blogueros. Más concretamente una reflexión con la que cerraba su intervención: "¿Se puede contar un reportaje con lenguaje publicitario?" Mi postura personal es que sí y después de ver la pieza que nos enseñó creo que también os quedará claro cuál es la suya.
Ras Ajdir - Escapar de Libia from Carlos Spottorno on Vimeo.
Además de esto, me he traido otro pequeño propósito personal del que espero poder hablaros pronto.