miércoles, 12 de octubre de 2011

Tres puntadas del Gran Premio de Japón 2011

Aunque tarde os dejo tres apuntes rápidos de mis impresiones sobre el pasado Gran Premio de Japón de Fórmula 1.

  • Bonita carrera: Una de esas que dejan buen sabor de boca sin estridencias, de las que cualquier aficionado habrá disfrutado. En palabras de Pedro de la Rosa, una carrera "cocinada a fuego lento", donde una tímida señal en torno a la vuelta 10 de que unos neumáticos puedan estar desgastándose más de la cuenta pone en marcha una nueva estrategia ejecutada en silencio pero con determinación para tratar de sacar el máximo provecho. Un par de vueltas de más en cada tramo y un equipo Ferrari que clavó el timing de sus paradas hasta llevar a Fernando Alonso a un segundo puesto que, si bien era impensable al comienzo de la carrera, le dejó muy cerca de la victoria.
  • Suzuka, el viejo rockero: Suzuka ha servido una vez más esta temporada para demostrar lo que significan los circuitos con solera. Como ha pasado en este 2011 en Nurburgring, Monza o Spa, el viejo trazado nipón se ha vuelto a mostrar una vez más variado, espectacular y con mucha más alma que las majestuosas y angulosas obras de Tilke. Año tras año se pone en evidencia que son este tipo de circuitos como viejos rockeros que bailan sin complejos como Mick Jagger en una actuación de los Backstreet Boys. Un auténtico espectáculo, lleno de batalla honesta sobre cuatro ruedas.
  • Vettel, dignísimo bicampeon: Que no os engañen. El mejor coche, como ha sido el RB7, y el mejor equipo, como ha sido Red Bull, no llegarían a ninguna parte sin un piloto como Sebastian Vettel, que este año se ha mostrado impecable. Algunos tratarán de cuestionarlo, se preguntarán qué habría hecho con otro coche (o qué habría hecho otro piloto con su coche) pero lo que hay es este piloto y este coche. Un buen coche no basta para conseguir 12 poles y 9 victorias; para eso lo que hace falta es un piloto campeón. Vettel ya no es un campeón, sino un bicampeón y eso tiene que significar algo.


martes, 4 de octubre de 2011

Fórmula 1 bigotuda

Cuando me planteo reconvertir este blog a una columna semanal sobre Fórmula 1 lo hago como parte de un proceso de búsqueda. He disfrutado mucho de este deporte y a veces tengo mis dudas si este boom en el que vivimos desde que Fernando Alonso empezó a ganar con un Renault y que tanto bien le ha hecho al deporte del motor en nuestro país no habrá tenido también su contrapartida. Sí, todo el seguimiento y la popularidad ha estado bien, de ser un deporte casi desconocido ha pasado a las portadas, pero también es cierto que carentes como estábamos de tradición automovilística, el análisis que encuentro la mayoría de las veces en prensa y televisión me parece muy heredado de esa visión tan 'futbolera' que es casi la única con la que se sabe mirar al mundo del deporte. Pero la Fórmula 1 es mucho más, y como no termino de encontrarlo he decidido buscarlo en estas líneas.
Así que vaya para futboleros esta explicación. Messi es un grandísimo jugador. Sus diabluras son desequilibrantes como pocas se han visto sobre un terreno de juego. Tanto, que hasta un madridista como yo reconoce disfrutar con ellas. Sin embargo, siempre he creído (y he llegado a echar de menos) en ese otro fútbol de un equipo que suplía sus carencias técnicas con arrojo y descaro; que se plantaba ante un grande sabiendo que no eran tan buenos pero que tenían el secreto para hacerles un estropicio. Ese fútbol encarnado en un defensa central, con melena y cardado setenteros, las medias por los tobillos y bigote; generalmente alemán. Ese central que la primera vez que un Messi quiere hacerles un roto se olvidan del balón y le recuerdan por donde no se pasa. El alemán se llevará una amarilla, pero el argentino tendrá que luchar de ahí en adelante no solo con su pierna resentida sino con su cabeza atormentada por un bigotudo con malas pulgas. La Fórmula 1 que me gusta lleva bigote también.
Reconozco que tengo la batalla perdida, porque ese pilotaje bigotudo está reñido en la mayoría de las ocasiones con una seguridad muy necesaria en un deporte de riesgo como éste. Pero me levanto una y otra vez de la silla con ese piloto que atacado contraataca; con el que milímetro a milímetro le recuerda a su rival lo cerca que está el muro de hormigón y con el rival que le responde que él no lo ve tan lejos; con el que a falta de asfalto está dispuesto a buscar un poco de grip en la hierba. Ésa es la Formula 1 que me gusta y a pesar de DRSs, de locutores que sólo saben pedir sanciones y hablar de lo que se dice a los micros y no al volante; a pesar de quienes quieren que un piloto con un coche menor deje pasar al grande que se juega el mundial; a pesar de todo ello yo todavía le veo el bigote a la Fórmula 1 y utilizaré estas líneas semana a semana para encontrarlo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Stop&Go


Hoy cierra Pintura Blanca. Era inevitable. Miro hacia atrás y me da rabia ver este blog sin actualizar desde abril. Y peor es seguir retrocediendo en el tiempo y recordar cómo repetía varias veces, "esta ya es la buena", "de esta vuelvo", "está siendo un curso complicado"... Me da rabia por el cariño que le tengo también. Han sido un par de años muy bonitos, en los que he descubierto el gusto por bloguear (se escriba como se escriba eso), por buscar algo en el día a día que me generase algún pensamiento, algo sobre lo que reflexionar y algo que asimilar por el método de generar una respuesta propia. Pintura Blanca se fue convirtiendo así en una ecléctica mezcla donde las inquietudes políticas, la tecnología, la comunicación, el diseño y hasta un poquito de márketing se repartían juego a medida que me iba interesando por diferentes aspectos. Algo muy sano para mi cabeza, pero posiblemente difícil de seguir para los osados que me habéis leido. Y además, sin acabar de encontrar un hueco para mi trabajo (unas prácticas en infografía de Marca han pasado sin dejar ni huella en este blog). Por eso Pintura Blanca se tiene que acabar, porque esa falta de tiempo no deja de ser una señal de que o ya no tengo nada que decir, o lo que quiero decir ya no encuentra su hueco en Pintura Blanca; y sospecho que se trata más de lo segundo. Se hacía necesario un poco de orden, un poco de pararme a reflexionar.
En primer lugar, tenía que sacar de aquí todas mis inquietudes relacionadas con el diseño. La razón es sencilla: por la importancia que tiene (y que quiero que tenga) en mi vida, en la medida en que pretendo que se convierta en un futuro profesional que veo cada vez más cercano. Se merece un lugar propio, en el que nunca falte tiempo ni espacio para un proyecto acabado, un "paso a paso" o simplemente una reflexión loca en torno al diseño.
Si resulta que en Pintura Blanca ya no encuentro el espacio que le quiero dar a todo esto del diseño pasa lo que viene pasando desde abril, que nada más de lo que venía hablando en este blog me interesa ya tanto como para sentarme a reflexionar y escribir. Es sorprendente ver como cosas que me inquietaban hasta hace sólo unos meses ahora me parecen bastante intrascendentes, será que me hago mayor (o como dirían algunos, evoluciono :). Todo esto me ha llevado a la conclusión que abre este post: hay que cerrar Pintura Blanca. Sin embargo, hay más tras la pausa.

Porque como os decía, en el fondo le tengo cariño a Pintura Blanca, así como al propio hecho de bloguear. Por lo tanto, si ya no había nada que me enganchase a escribir como antes, me queda la posibilidad de buscar algo que me tenga enganchado y empezar a bloguear sobre ello por puro placer (o vicio diría yo). A quien me conozca no le resultará nada nuevo que me pierden las cuatro ruedas casi tanto como esa sensación que te recorre de los brazos a los riñones cuando conduces por una carretera de montaña. Ahí va el segundo pelotazo de hoy: tras la pausa, Pintura Blanca vuelve a abrir dedicada a una pasión que se resume en dos: Formula 1 y automoción. Y lo voy a dejar ahí por hoy, prometo tener más noticias el martes acerca de lo que va a ser el nuevo Pintura Blanca.