martes, 29 de diciembre de 2009

Inseguridad aérea

Con el once de septiembre no sólo se desató la psicosis más salvaje, no sólo se inicio uno de los mayores procesos de limitación de libertades de los últimos años, sino que han conseguido que todos estemos contentos y demos palmas. Nadie, ningún gobierno, sea de izquierdas o de derechas, ningún periódico, ningún ciudadano ha puesto un sólo pero. Lo último es que ya no vamos a poder taparnos con una manta para no esconder nada en el regazo, ni siquiera pasar demasiado tiempo en el baño de un avión, por indispuestos que estemos.

Esto se ha convertido en dogma de fé. "A mí no me importa que me miren todo lo que quieran con tal de que no hagan nada en el avión" dicen mi madre y mi hermana, y yo lo suscribo. Solo un par de peros. Primero que tiene que haber un límite, porque no olvidemos que nadie debe demostrar su inocencia, debe ser la autoridad competente la que pruebe su culpabilidad. Y segundo, que es lo que me mosquea de verdad: ¿Están evitando de verdad que pasen estas cosas?

Hasta de esto empiezo a tener mis dudas y es que veo hasta tres hechos que me hacen sospechar. El primero es que ha seguido habiendo incidentes después del 11-S, está claro que no de ese nivel, pero es que tampoco había habido nada ni parecido hasta entonces, fue un suceso singular, no el colofón de una tendencia creciente en la inseguridad aérea. El segundo es que el incremento en la presión sobre los viajeros no se corresponde con la amenaza real de estos hechos. Me explico, en 2006 un incidente en Gran Bretaña adquirió la categoría de atentado cuando el hecho es que una investigación policial, de acuerdo a la ley y a las medidas de seguridad vigente en el momento dio al traste con un ataque terrorista que planeaba usar explosivos líquidos. ¿No es eso lo que se persigue? Sin embargo y sin que el movimiento siga ninguna lógica el resultado fue un nuevo aumento en la presión sobre los viajeros, potenciales terroristas hasta que se demuestre lo contrario. Ahora, mientras me recomiendan que en vuelos transatlánticos me mantenga hidratado, me prohíben entrar con una botella de agua al avión.

Pero lo que realmente me molesta es lo tercero. No hay datos que respalden que efectivamente estas medidas están reforzando la seguridad, ni de que no lo estén haciendo tampoco. No hay datos y ya está. Y esto me mosquea, porque en este ambiente tan politizado, tan movido por intereses, un estudio verdaderamente científico, trabajado y contrastado arrojaría un poco de luz sobre la cantidad de incidentes que se están evitando. Si de verdad me demostrasen la efectividad de estos métodos no tendría ningún problema en pasar por cuantos controles hiciesen falta. Un ejemplo, en un coche no puedo circular sin cinturón, no puedo beber alcohol, no se puede fumar, hablar por el teléfono móvil, incluso en breve a lo mejor ni usar el GPS, pero cada año ellos mismos se encargan de hacer público cuántos han muerto en accidentes de tráfico, por qué causas, cuáles habrían sido evitables, cuántos por alcohol, cuántos por distracciones... Y sin embargo de seguridad aérea sólo se habla para endurecer un poco más los controles.

Y ante la falta de datos ¿qué me queda? La experiencia personal, lo que veo y oigo. Que no demuestra nada, son datos sin validez alguna, pero lo suficientemente llamativos para mí como para compartirlos con vosotros. Veo cómo mientras mis amigos españoles me cuentan cómo pasaron a un avión con una navaja en la mochila (por error, sin ninguna intención, pero la metieron en la cabina) mientras Josh, otro amigo mío, de la India, bien tostado de piel y católico para más señas ha sido seleccionado para ese registro exhaustivo y "aleatorio" las últimas seis veces que se ha querido subir a un avión. ¿A alguien le hace sentir eso más seguro? A mí no, por eso quiero datos en los que si de verdad son efectivas esas medidas me lo hagan ver, para que realmente me sienta seguro, y que si no lo son nos lo hagan ver también, para que se deje de una vez de asustar a la población y de despilfarrar recursos en controles que cada vez tienen menos sentido.

Perdón por la parrafada.

Enlaces:

4 comentarios:

  1. No sé si has visto una entrada de hoy en Alt1040
    http://alt1040.com/2009/12/probabilidades-reales-de-que-un-avion-sufra-ataque-terrorista

    Y otra dato que suele ser desconocido: los peligrosos explosivos líquidos que encontraron en la investigacion eran botella de agua oxigenada (o peróxido de hidrogeno, que acojona más a los legos).

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  2. Muchas gracias. Ahora mismo lo añado a la lista de enlaces.

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  3. La seguridad aérea (security) no responde de forma lineal a los inputs operativos, como sí es el caso en la seguridad vial (safety). El objetivo de la seguridad aeroportuaria es complicar el trabajo del terrorista tanto como sea posible. Lamentablemente estos son lo suficientemente eficaces como para detectar sistemáticamente los puntos vulnerables del sistema (una gota de agua siempre encuentra un resquicio por el que colarse). El endurecimiento de la seguridad es un hecho, y siempre será posible una nueva vuelta de tuerca. Lamentablemente ello nunca podrá garantizar una seguridad total (suficiente?)
    Oscar

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  4. ¡Gracias por el comentario Óscar! Precisamente a eso me refiero, no nos pueden garantizar una seguridad total, por eso creo que se debería buscar un equilibro entre garantizar la seguridad de un vuelo y el respeto a los viajeros que simplemente quieren viajar.
    El caso es que esto de mi libertad personal puede acabar siendo sólo el derecho al pataleo de un viajero cabreado. Pero también, con semejante cantidad de recursos que se están gastando en materia de seguridad, como ciudadano me gustaría tener claro que se estén gastando de manera razonable. Si las probabilidades de sufrir un ataque terrorista en un avión son menores que de que te alcance un rayo y estamos montando todo este lío por un riesgo tan bajo (aunque mediático, ahí está la verdadera distorsión) entonces a lo mejor también pienso que el problema no es solo de libertades sino también de administración y gestión de recursos por parte de nuestros gobiernos.

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